NOTAS DE PRENSA
La rotundidad con la que Antonio San Miguel dice que “el jefe de obra lo es todo” rinde homenaje a muchos de nuestros compañeros que viven la profesión con las botas puestas. Y quien mejor lo puede saber que alguien que a los tres años ya manifestaba su inquietud por ser ingeniero y hacer obras. Alguien con los pies en el suelo y al que le gusta hacer cosas con las manos.
Tras su paso por Ferrovial, Antonio se vincula desde hace 28 años al Grupo SIEC, una de las compañías más punteras de la región, y comparte con nosotros cómo su pasión por la obra ha reconducido su vida profesional, desde su precoz inicio a los 16 años, manejando un bulldozer en las obras de la autopista Campomanes-León, hasta el día de hoy, en el que se responsable de la ejecución de las obras de mayor trascendencia para la región. Pero los sacrificios personales, el estrés de asumir responsabilidades en la toma de decisiones complicadas, las noches sin dormir, etcétera, son compensadas por una concepción creativa de la labor que exige el 100% de cada uno. Y todo ello debe ser abordado sin descuidar las necesidades y los retos que suponen el gestionar una empresa en la que se hace ya necesario un relevo generacional que asegure su excelencia, para lo que Antonio considera imprescindible que la secuencia para el ingeniero sea “desde abajo y conociendo todo el proceso”.
Pero la labor de las constructoras va más allá de las obras en sí, explicándonos Antonio como uno de los proyectos que mayores satisfacciones personales le ha proporcionado ha sido el desarrollo de la colaboración público-privada que se dio en el proyecto de la Cueva El Soplao, que posibilitó el impulso de un proyecto reconocido como el motor de dinamización de la comarca del Nansa.
Se hace en este caso patente como desde el sector de la construcción el ingeniero de caminos se vincula al interés público de las obras que se desarrolla, pero sin desdeñar su indudable valor social, que va más allá de la funcionalidad.